¡Secretos me fueron confiados!. Secretos con los que el mismísimo Dan Brown robaría con una interminable saga de libros y películas (?).

Me fueron reveladas las "Instrucciones para jamás ser Robado" por un plancha Retirado (o mas bien uno del tipo Tumbero (R)).

Estábamos con mi novia disfrutando de la tarde en la Plaza del Entrevero (¿Kamikaze? ¿Yo?) cuando un masculino nos pidió permiso para acompañarnos, luego de una reiterada cantidad de preguntas tales como si éramos casados, si íbamos a tener un hijo, o si teníamos miedo (era un Chorro del tipo “Jorge Rial”), la cosa comenzó a ponerse mas tensa: El tumbero empezó a pedirnos guita, a lo que yo, buscando en lo profundo de mis bolsillos, atiné a entregarle 4 pesos en monedas. El Señor, desconforme con lo que le estaba dando, quiso más. Al darse cuenta de que yo no me iba a disponer a sacar mi billetera sin las garantías suficientes, propuso alejar su vista momentaneamente mientras yo urgaba en busca de 20 pesos, que serían mi ticket de salida de ese tren fantasma.

24 pesos fue lo que me costó la clase que me dio de defensa ante situaciones limites.

El Sabio me dijo:

- Vo’ tené que saber como defenderte, ¿viteh? Porque acá cuando uno de estos pibes te vienen a robar vo le tené que decir que “no” una vez, dos veces y tres veces y ellos se van tranquilos, ¿viste? Yo te estoy explicando porque yo ya no robo mas ¿vos tenés idea cuanto sale una pizza?

- Ehhh…

- ¡Pero que amarrete botón que es tu novio? ¿así es contigo?– le decía el ladronzuelo a mi novia que no lo escuchaba del susto.

- Bueno, entonces la próxima vez que te pidan, vo’ le decí que “no” tres vece’ y ellos se van, ¿ta?

- Bueno, Muchas Gracias (?) – contesté yo, todavía en shock y pensando en las 40 puñaladas que me podría dar un pichón de plancha si me hago el loco tres veces.

- ¡Che, que linda pareja que hacen, ustedes tienen que tener muchos hijos! – dijo el sabio mientras se iba chiflando bajito. (¡Ahijuna! ¡Que la boca se le haga a un lado!)

Finalizado ya el episodio ambos, sin salir del asombro, nos fuimos a la mierda. No sin antes escuchar los sabios consejos de una anciana (testigo del ¿robo? ¿mangazo?) Que nos dijo que a ella nadie la tocaba porque tenía al “Roger”, un proyecto de perro que ni dientes tenía.